Es Licenciado en Ciencias de Actividad Física y el Deporte, Graduado en Fisioterapia, Grado en Nutrición Humana y Dietética, Máster en Fisiología Integrativa. Entrenador de Alto Rendimiento, llevando en la actualidad a triatletas de la talla de Miquel Blanchart y Carlos López. Ha sido preparador físico en el CAR de Sant Cugat. Profesor colaborador en el Máster de triatlón del INEFC de Barcelona. Profesor colaborador de IEWG.
Hemos reunido a cuatro grandes expertos en el triatlón de distancia Ironman (3,8km nadando + 180km pedaleando + 42km corriendo), a los que hemos realizado 10 preguntas con el objetivo de que nos cuenten cómo debe ser la preparación para competir en la mítica distancia. Sin ninguna duda, muy interesantes todas sus respuestas.
La periodización que escojo varía en función del nivel del triatleta y época del año en la que está. Por lo habitual me gusta realizar un período más general al inicio del año y luego una periodización más tipo ATR o por bloques. Para la distribución de la intensidad me decanto por un trabajo más polarizado. Respecto al trabajo de fuerza está presente todo el año tanto a nivel preventivo como de mejora del rendimiento.
Mínimo considero que para preparar un Ironman si se empieza una temporada es unos 6 meses; otro tema es si ya se ha realizado alguna competición antes y se está a mitad de temporada. La distribución que me gusta hacer sería un período de base o acumulativa, uno de transformación o específico y una fase final más corta competitiva o de realización. Estas fases pueden ser más o menos largas en función del nivel del deportista y su experiencia, la Intensidad la trabajo desde el inicio con ritmos más altos de potencia o velocidad para ir bajando está intensidad y alargando el tiempo a medida que avanza la planificación, es decir, siguiendo los principios de la periodización inversa. En la parte final ajustamos el tapering en función de lo que ha trabajado y el tipo de triatleta que es, ya que algunos necesitan mayores descargas que otros para llegar en óptimas sensaciones a la competición. También esta descarga irá en función de las competiciones y lo cargado que haya sido ese año. Esta planificación siempre me gusta consensuarla con el deportista e ir analizando las sensaciones subjetivas y objetivas a medida que se va cumpliendo el año, así determino y escojo la mejor planificación para él.
Tanto los objetivos como los subjetivos. A nivel objetivo trabajo con los TSS, volumen, cantidad de intensidad pautada, densidad del trabajo de series; a nivel de fatiga objetiva llevo dos años valorando la variabilidad cardíaca que me proporciona un buen feedback. Por otro lado me gusta mucho que el deportista a nivel subjetivo me transmita sus sensaciones de cómo está asimilando las cargas de entrenamiento y cómo se encuentra. Creo que muchas veces las sensaciones del deportista son el mejor termómetro de cómo se encuentran, no hay que olvidar que muchos triatletas llevan muchos años de entrenamiento y se conocen a la perfección, creo que es vital no obviar la vía subjetiva bajo ningún concepto. En mi caso realizo un balance de ambas y escoger las decisiones oportunas en función del balance de los métodos y siempre consensuo la decisión con el deportista.
Un triatleta profesional puede estar entre las 20-25 horas y 35-40 horas en semanas de máxima carga. Un triatleta popular puede ir de 8-10 horas semanales a unas 16-20 horas en semanas de máxima carga, esto por las semanas promedio.
Luego, si hay alguna semana de vacaciones, en un triatleta popular se puede ir a alguna semana más o en alguna semana puntual de carga en la preparación de un Ironman. Para mí la clave no son las horas, sino que el trabajo que se realice sea de calidad con un objetivo fisiológico y que sobre todo se asimile.
En mi caso los deportistas que asesoro tienen nutricionista. Estoy en último curso del grado de nutrición y dietética y no he realizado ninguna prescripción profesional, si el deportista me pregunta y no tiene nutricionista sí le he dado alguna pauta de nutrición o consejo de nutrición en carrera. La verdad que es un tema que me apasiona y
espero en 8 meses poder acabar la carrera y juntarlo con el asesoramiento de los entrenamientos ya que creo que es un binomio muy interesante y que van cogidos de la mano. Respecto a la ergogenia, también la llevan los dietistas, o si hay algún problema de anemia un médico deportivo especializado. Creo que es importante que cada profesional se dedique a su «campo» y en mi caso prefiero que lo lleve un profesional titulado hasta la finalización de los estudios.
Depende, en primer lugar si es profesional o amateur. En los profesionales si quieren disputar la carrera profesional deberán nadar bastantes metros, sobre todo si no son buenos nadadores. En el caso de un amateur puede prescindir de realizar estos metros ya que no tiene la presión tan exigente de salir en cabeza por exigencias
de ganar la competición; otro tema son los amateurs que quieran buscar llegar arriba en un Ironman. Por tanto, creo es clave que el entrenador analice el potencial del triatleta en los tres segmentos y realice una distribución de los tiempos acorde a sus necesidades y así conseguir un triatleta lo más equilibrado posible.
El entrenamiento de fuerza lo planifico durante todo el año, siendo una parte de ejercicios preventivos y estabilizadores y otra de fuerza dinámica. La fuerza empieza la primera semana de trabajo siendo un trabajo de adaptación anatómica y que se alarga más o menos en función del deportista y sus años de experiencia; posteriormente se inicia el trabajo de fuerza máxima y dependiendo de las semanas lo extiendo hasta casi el final de periodo competitivo, siempre intentando que no interfiera con las sesiones de resistencia claves, es decir, evitando los fenómenos de interferencia molecular y aplicando los principios del entrenamiento concurrente para maximizar las dos vías moleculares (fuerza y resistencia).
La distribución de entrenamiento que sigo es mayormente polarizada. En el primer periodo estableciendo una base aeróbica alternada con velocidad o potencias altas, para mejorar la VAM o PAM, en el siguiente período se aumenta un poco más la carga general, y el trabajo de intensidad baja un poco su porcentaje y aumenta el tiempo de trabajo, para en el período final ser aún más largo y el ritmo de competición parecerse al de competición. Esto es a grandes rasgos, siendo específico para cada deportista y momento de periodización a lo largo de un año.
A día de hoy creo que es básico que cualquier triatleta que se inicia esté un período de 3-4 años sin prisa para hacer un Ironman, esto sería un período mínimo. Es vital que no se quemen etapas, y se hagan distancias esprint y olímpicas sin prisa. Quizás hay una fiebre muy grande por hacer Ironman y colgarse la medalla de finisher a cualquier precio (lesiones, etc.). Evidentemente todo es respetable, pero sí que pienso que los ciclos biológicos de preparación y sobre todo por un tema de salud (cardiovascular, tendinosa, etc.) se deben respetar. Creo que es una prueba muy exigente tanto a nivel físico como mental y estar preparado para ella no es fruto de un año o dos En mi caso como deportista empecé en el año 1996 con el ciclismo y en triatlón en 2002, hasta el año 2016 no he realizado ningún Ironman; sí que he pasado por pruebas esprint, olímpicas, halfs y seis veces la distancia C; creo que el día que competí en el Ironman tenía la suficiente preparación física y mental para afrontarlo con garantías de dar una buena versión mía y, lo más importante, no hacerme daño. Esto es lo que intento transmitir a
mis deportistas, muchas veces cuesta ya que solo ven las distancias largas y creo que es un grave error.